Gina y Gonzalo es la pareja de ancianos que protagoniza el filme Partes de una familia, dirigido por Diego Gutiérrez, que forma parte de la edición 2013 de Ambulante, Gira de documentales; en la cinta el espectador entra casi de manera literal en la casa en que ambos viven y comparte con ellos las desventuras de su matrimonio.

Llevan casados 50 años y la monotonía, el desapego y el desamor, imperan en su relación; de un modo que se podría considerar valiente. El cineasta filmó esta historia que toma como protagonistas a sus propios padres, a quienes exhibe sin miramientos y los convierte en ejemplo de cómo una vida en pareja puede sobrevivir a pesar de que ambos ya no se amen.

Según el propio Gutiérrez, la intención detrás de este trabajo es llevar el formato del documental a un punto extremo, pues la premisa básica del género es retratar la realidad, por lo que decidió seguir de cerca la vida de sus padres.

“Más que establecer un vínculo con mi propia realidad, algo autobiográfico, lo que quise fue crear un retrato de cómo una relación entre dos personas, luego de pasar tantos años juntos, su vida cotidiana dejó de estar llena de amor para convertirse en una prisión asfixiante. 

“Veo a esta producción como una historia universal de amor, que es al mismo tiempo dulce y amarga. Gina y Gonzalo, mis padres, siempre se mostraron entusiasmados con la idea de participar, aunque la verdad es que aceptaron mostrar su vida privada porque se trataba de mí, de su hijo…”.

El documentalista consigue que los dos protagonistas cuenten su vida a través de las preguntas que les hace, con lo cual los expone de manera casi cruel, pues se hace evidente que él sabe muchas de las respuestas. 

Procura compensarlo al intentar crear una metáfora de ambos, simulando el paisaje del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, aludiendo así a la leyenda mexica de estos dos personajes míticos prehispánicos, que estuvo marcada por el amor y la pasión. Pero nada más alejado de la realidad que el cineasta retrata.

Uno de los momentos más tensos de la cinta es cuando Diego Gutiérrez les pide a los protagonistas que se digan algo bonito, y sus padres se quedan callados. En este caso, el realizador intenta equilibrarlo con algunos testimonios de la trabajadora doméstica que ha estado con ellos durante años.

Sin un final planteado como tal, el cineasta intenta “dejarlo abierto para que el espectador pueda imaginarlo o bien identificarse con los personajes. Sí me parece que fue algo valiente y duro de hacer, porque son mis padres, pero también es una propuesta en la que busco reflejar situaciones universales”.

Información: JRA