La experiencia de vida, el humor y la pasión que esto conlleva han hecho que la artesana y creadora plástica Montserrat Pecanins desarrolle como recurso de expresión, cajas que son conocidas comoTeatrines y bataclanas, mismas que serán expuestas por primera ocasión en México, a partir del 20 de abril en el Museo de Arte Popular.

Acompañada por el director de dicho recinto Walther Boelsterly y por el artista plástico Brian Nissen, pareja sentimental de la autora y curadora de la muestra, Pecanins relató algunos de los momentos que han sido claves en la realización de estas piezas que comenzó a crear hace 30 años en Nueva York, primero como un modo de compartir su creatividad con amigos y familiares, luego como una forma de expresión.

Declaró que en su cabeza tiene una especie de “cajitas” que ella abre de vez en cuando y de las cuáles toma las ideas, referencias e inquietudes que luego plasma en cada una de las piezas que desarrolla. Las obras consisten en reproducciones en miniatura de escenarios, en particular de aquellos conocidos como cabarés, hoy en desuso, pero que para la creadora son fuente inagotable de inspiración.

“En la muestra se incluyen muchas creadas desde hace 25 ó 30 años, que las elegí porque me hacen recordar cómo fueron creadas, quién las inspiró y desde luego, parte de mi propia vida, que ha estado siempre al lado de amigos, de mi marido Brian y del humor, esa capacidad que creo los seres humanos no debemos perder nunca, en ningún momento, ni bajo ninguna circunstancia.

“Todo eso está dentro y detrás de mis obras, que no me gusta decir que son de arte, porque soy una artesana con mucha imaginación, que ama la vida y que ha encontrado en el camino de su propia existencia, las personas y las anécdotas necesarias para poder desarrollar este trabajo”.

Los teatrines de Pecanins han sido expuestos en varias ciudades de Estados Unidos, en particular de Nueva York y en la tienda de Tiffany, dónde fueron colocados en las mismas vitrinas que exponían las joyas de esta casa diseñadora; también han acompañado a los visitantes a la pista de hielo de Nueva York, pues fueron puestas a los lados de dicho lugar.

Ese es el nivel en el que se mueven sus piezas que están rodeadas de una infinidad de anécdotas, pues para recabar la información necesaria para desarrollarlas, realiza con frecuencia visitas a cabarés; en su momento lo hizo entre los años 70 y los 80 para posteriormente, dejarse llevar por el recuerdo y no dejar de construirlas.

“Recuerdo en una ocasión que en un cabaré de aquí de la ciudad de México, fuimos con algunos amigos a ver a una vedette que me decían poseía una belleza maravillosa, pero sobre todo, tenía sentido del humor; eran los años 70, entonces no se acostumbraba enseñar y nada más… así que en su momento ella preguntaba al público: ¿qué quieren ver? ¿Acá arriba o allá abajo? y todos los hombres gritaban: ¡pelos, pelos, pelos! algo divertidísimo, pues aquella ‘muestra’ de su arte duraba unos segundos…

“También he coleccionado fotos de vedettes de otras épocas porque aunque las sociedades como las nuestras, la mexicana y la española –donde nací-, siempre han visto con malos ojos a estas mujeres, son ellas quiénes han inspirado muchas cosas, además de que siempre deben poseer una gran belleza. En los años 20 y 30 también eran mujeres muy preparadas, sus presentaciones no eran cualquier cosa… pero con los años eso se perdió y ya ven, ahora ya cualquiera se dice ‘artista’, aunque no sepan hacer nada”.

De su colección de fotografías antiguas, que también se incluyen algunas en el MAP, dijo que hay una que atesora con gran cariño por lo original de la vestimenta de la mujer que vivió en los años 20 y que aparecía disfrazada como un avión, en particular el de Charles Lindbergh, “algo maravilloso porque su cabeza era el motor y los brazos las alas, una cosa muy rara y ella era guapísima”.

De sus andanzas en los cabarés de México, Montserrat Pecanins reconoció que son de sus mejores recuerdos, “por esta idea que les he comentado de que en estos lugares aflora la verdadera personalidad de las personas, pues los clientes son gente de todas las clases sociales, pero sus gustos y pasiones son las mismas… estas mujeres les dan la oportunidad de hacerlos realidad”.

La muestra incluye además de los teatrines y las bataclanas, un vestido diseñado por ella para Astrid Hadad, en el cual aparecen dibujados tanto imágenes de los cabarés como de La Catrina y otros personajes de la vida galante y nocturna.

“Este museo es el espacio ideal para presentar mis trabajos porque a fin de cuentas el cabaré es parte de nuestra cultura popular, de ahí nació la invitación para presentarla, pero también porque estamos en el Centro Histórico que es el lugar dónde toda esta tradición tuvo sus mejores lugares, dónde se presentaron las mujeres más bellas”.

Información: JRA

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