El escultor David Camorlinga está convencido de que además de la calidad y excelencia de sus espectáculos escénicos, el Festival Internacional Cervantino representa hoy también una de las más importantes plataformas para difundir lo que se realiza en México en otras expresiones como escultura, pintura o fotografía.

El creador mexicano presenta desde el 9 de octubre en la Alhóndiga de Granaditas la escultura de gran formato Susurro del mar, realizada en bronce con un complejo proceso de acabado.

—¿De dónde surgió la idea de Susurro del mar?

—El nombre tenía que ser poético, que te dejara pensar algo más, porque cuando alguien te susurra a la oreja y te dice algo, siempre debe ser con mucha sutileza, con mucha claridad, con tacto y tienes que sentir ese amor de esa persona. Un susurro es algo con tanto tacto y tanto cariño, que es importante.

“Le puse susurro porque cuando era pequeño iba al mar, y antes de escucharlo y verlo lograba escucharlo desde el coche, era muy pequeño y mi primer contacto, empezabas a sentir esta calidez del mar. En Acapulco o Cancún sientes que te acercas al mar por el cambio de clima, pero en otros lugares, como Barcelona, el mar es frío pero sientes las corrientes de aire, la fuerza del mar. Siempre el mar te dice algo, te susurra algo. Hay gente que siente consuelo en el mar cuando camina cerca, ir a correr, estar en la playa, escucharlo y deleitarse con el vaivén de las olas.

“También susurro porque la luna influye mucho en el vaivén de las olas, crece y baja, entonces el mar dice algo, este típico juego que existe es como constante. Si vas al borde del mar y te detienes en la arena y no te mueves, llega un momento en que el mar te toca, como si quisiera decirte algo, como si dijera acércate, siempre hay una atracción, los marineros y antiguamente sentían esta atracción por el mar, el viento”.

—¿Cómo fue el proceso para integrar los materiales?

—La obra tiene 3.66 metros de largo y consta de una pieza en bronce pulida con dos piezas en baño en plata. El proceso para hacerla fue  hacer previamente toda la escultura en plastilina y formarla y de ahí sacar los moldes y empezarla a trabajar. El proceso de la textura de la pieza fue una elección difícil, queríamos que se sintiera la arena en la pieza, pero también el reflejo.

“La pieza está montada en una placa de bronce de 3 metros de largo y está totalmente pulida, no sólo porque es mi estilo así, sino porque cuando ves el mar tranquilo y estás en una lancha, ves el reflejo del agua, entonces era importante que se sintiera el reflejo y este juego de contrastes de formas, de texturas. Y queríamos que la pieza se pudiera sentir más, para que la tocaran. Al final ves la pieza que tiene los bordes pulidos en acabado en espejo pero después la pieza viene con toda la textura”, comentó el artista.

—¿Cómo capturar con esos materiales algo tan orgánico como es el mar?

—El mar es inconmensurable o como las filosofías budistas, cuando tratas de llegar al horizonte te das cuenta de que siempre está unos pasos más adelante. Entonces lo importante es el trayecto y no llegar al punto, porque lo importante es esta forma de ir caminando. 

“La idea es que la gente la camine y la sienta, el espectador tiene que caminar a través de la escultura para que sienta el movimiento, porque las tres piezas unidas tienen diferentes movimientos cada una”.

—¿Hay actualmente una tendencia en algunos escultores de que el público pueda tocar sus piezas o interactuar un poco con ellas?

—Mis piezas son delicadas, como casi siempre son en acabado en espejo, si la tocas se queda tu huella digital, pero no me importa, voy con un trapito y la limpio. La gente tiene que sentirlo, tocar las cosas, que no la rallen, pero el tocarla involucra otro sentido, el tacto. Y si puedes tocar una textura tan rica como la que se logró en la pieza, imaginemos gente que no puede ver, que la toque, sentirán algo, evocarán algo, creo que es importante. Estamos en el  Cervantino, aquí hay cosas que la gente siente, hay música, hay teatro, cosas que nos llenan, es uno de los cuatro festivales más importantes en el mundo y el más importante en América Latina. No la podrán saborear, con el gusto, pero sí con el tacto.

—¿Cómo se siente al exponer en el Festival Cervantino?

—Soy un artista muy joven y la oportunidad que me brindó el Festival Cervantino de exponer mi pieza es increíble. Va a haber escultores de alto nivel, artistas muy reconocidos en el mundo y voy a estar con ellos. Siempre quise estar en el Cervantino y siempre pasaba algo, y ahora estoy presente como persona, con una escultura, me siento increíble. Va a haber gente de mi edad, gente más joven, gente más grande y espero que sientan algo en el Cervantino porque ahora este festival está involucrado a través del agua, tiene que ver algo con el agua, por eso es que mi pieza está allí. 

“Ahora con estas inundaciones que hemos vivido, el agua es un punto importante porque se calcula que en 20, 30 años va a escasear si no la cuidamos. Mi pieza busca no sólo rescatar las sensaciones que el mar de da, sino que la valoremos. Es un líquido que debemos conservar y apreciar, por lo que da no sólo al cuerpo, mucha gente va y se baña en el mar y se siente bien… para mí eso es el susurro del mar”.

Información: HBL

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