En 1964, Tláloc, la piedra tallada más grande de América, fue trasladada por medio de una impresionante maniobra de ingeniería desde el pueblo de San Miguel Coatlinchán, en el Municipio de Texcoco, hasta el Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México.

La historia de este monumento de 165 toneladas y siete metros de altura, transformado en uno de los principales iconos de la identidad nacional es narrada en La piedra ausente, documental realizado por la antropóloga Sandra Rozental y el documentalista Jesse Lerner.

 

El filme forma parte de la programación del Tercer Encuentro Internacional de Documentales de Artes, luego de haberse exhibido en el festival Ambulante 2013, el Festival Internacional de Cine de Guanajuato, el San Francisco Latino Film festival y recientemente en el Festival Internacional de Cine de Morelia.

Será este sábado 26 de octubre a las 20:00 horas que La piedra ausente se presente en el marco de Artes.docs 2013 en el Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart) con la presencia de la codirectora Sandra Rozental.

 

También se tiene confirmada su participación el 15 de noviembre en el CutOut Fest en Querétaro en una función especial a la que asistirá la codirectora y el colectivo Viumasters, encargado de la animación que aparece en la cinta y en donde se ambienta cuadro por cuadro la leyenda de Moctezuma y la piedra más grande de su reino, inspirada en las historias del Códice Durán.

En diciembre, la cinta formará parte de la programación del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana, Cuba, y se estrenará en salas de cine de la Ciudad de México.

La piedra ausente cuenta con el apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) a través de Foprocine y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y es resultado de una década de investigación etnográfica y de archivo.

A través de animaciones, material de archivo de los años sesenta y filmaciones actuales con los actores principales del traslado, el documental explora la relevancia del pasado en el presente.

Entre las entrevistas con personas que participaron en la extracción del monolito destacan la del arquitecto encargado del proyecto Museo Nacional de Antropología e Historia, Pedro Ramírez Vázquez y  el ingeniero que supervisó el traslado al Distrito Federal, Enrique del Valle Prieto, además de testimonios de los habitantes de San Miguel Coatlinchán.

El traslado de la deidad prehispánica del agua se convirtió en todo un acontecimiento que derivó en un gran dispositivo de seguridad y una logística de transportación pocas veces visto en esa época ante la rebelión entre los habitantes del pueblo, quienes aseguran que desde que se llevaron el monolito, dejó de llover en sus tierras.

Desde entonces, la piedra ausente se aparece por doquier en Coatlinchán: permanece en los recuerdos de sus habitantes y ronda las calles del pueblo en un sinnúmero de reproducciones y réplicas. 

Información: CGP

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