El escritor, poeta, cronista y dramaturgo Salvador Novo (Ciudad de México, 30 de julio de 1904 — Ibídem, 13 de enero de 1974), cultivó prácticamente todos los campos de la literatura.  Galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1967, nombrado Cronista Oficial de la Ciudad de México y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Salvador Novo fue un autor vanguardista y miembro del grupo los Contemporáneos.

A 40 años del fallecimiento de Salvador Novo, el poeta Hugo Gutiérrez Vega, recordó que Novo, “en una época de misoginia máxima, era efectivamente un lobo estepario, un lobo solitario y al mismo tiempo, muy famoso y muy solicitado, muy admirado y muy zaherido”.

En entrevista con el Conaculta, precisó que el legado de Salvador Novo es múltiple: “primero, su poesía, la poesía juvenil y después la poesía satírica. El segundo, un libro bellísimo, La nueva grandeza mexicana(1946), que recoge su idea de la historia del país y de la grandeza cultural del país”.

Su tercer legado, comentó Hugo Gutiérrez Vega, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de Literatura y Lingüística, fue su labor en el teatro: “como director, como dramaturgo, en todos sentidos enriqueció al teatro mexicano y por último, su figura como cronista con aspectos muy valerosos, sobre todo en defensa de su sexualidad y de la sexualidad libre”.

En sí, Salvador Novo, dijo, fue un “incendiario de joven y bombero de viejo, en sus últimos años ya no era el hombre valeroso y provocador que fue, pero en fin estas cosas suceden. Haciendo la síntesis, el poeta joven, el poeta satírico, el cronista de la grandeza mexicana y de los viajes por el país, el dramaturgo y promotor teatral y por último el cronista de la ciudad”.

Salvador Novo participó activamente en la renovación de la literatura mexicana, pues formó parte del grupo Contemporáneos, fundado en 1928 y donde militaban figuras de la talla de Jaime Torres Bodet, Bernardo Ortiz de Montellano, Enrique González Rojo, José Gorostiza, Carlos Pellicer, Gilberto Owen, Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia.

Tayde Acosta, investigadora de la UNAM, precisó que en 1927 “este grupo se denominó grupo de Ulises y con la colaboración de Antonieta Rivas Mercado, publicaron la revista Ulises y un año después formaron el Teatro de Ulises, que fue el primer teatro moderno de México”.

Se trataba del teatro más vanguardista del momento a nivel internacional, señaló el investigador y crítico literario Sergio Téllez-Pon. Los Contemporáneos “fueron los principales impulsores de que ese teatro llegara a México, esto en respuesta al teatro que se venía montando en México, que era un teatro del porfirismo, dramático, español, decadente o de zarzuela, con espectáculos bastante banales”.

Para traer a los dramaturgos más importantes del momento y montar sus obras en nuestro país, el grupo tenía además que traducir las obras, por lo que el Teatro de Ulises, se convirtió en “un suceso y un escándalo en su época”, indicó Sergio Téllez-Pon.

De hecho, agregó el también colaborador de la revista Tierra Adentro, los Contemporáneos, quienes además editaron una revista con ese nombre, “siempre fueron vanguardistas: el teatro, la revista, la poesía, fueron una especie de bocanada de aire fresco dentro de este ambiente mexicano, que estaba anquilosado y también veían que la Revolución Mexicana, no cuajaba, no traía la vitalidad revolucionaria o cultural que se necesitaba, ellos tomaron esa bandera y ellos fueron los revolucionarios intelectuales del país”.

Como poeta, Salvador Novo es uno de los más importantes del siglo XX y por fortuna, refirió Sergio Téllez-Pon, “es uno de los poetas más leídos, tanto en su poseía seria, escrita para un público amplio, como su poesía satírica”, la cual se leía en círculos cercanos al escritor “porque él mismo distribuía sus poemas entre sus cuates”.

Por ello, estos poemas satíricos no eran muy difundidos, sin embargo, en años recientes estos textos han adquirido un gran realce y “las dos partes, la parte seria y la satírica se complementan y lo hacen todavía más leído como poeta”.

Tayde Acosta apuntó que la parte de la sátira de Salvador Novo es sumamente interesante, pues, por ejemplo, en la década de los veinte, los Contemporáneos y Diego Rivera tenían un pleito casado y de hecho, el muralista pintó a Salvador Novo con orejas de burro en una de sus obras.

En respuesta, el poeta escribió La Diegada “una sátira terrible donde ataca a Diego Rivera, Lupe Marín y Frida Kahlo. A Salvador Novo, que era un caballero y un hombre muy educado, había gente que le temía por su lengua, era temible, pues tenía la facilidad para atacar a la gente, en prosa y en verso”.

Entre los poemas más importantes de Novo se encuentran XX Poemas, Espejo y Nuevo Amor, de 1933, que se considera el más grande poema homosexual, ya que Novo fue un pionero de la libertad sexual.

“Sin duda –comentó Téllez-Pon– Novo como homosexual es fundamental, es importantísimo, es uno de los primeros en manifestarlo abiertamente, sin ningún pudor, ninguna restricción social, ni moral, ni intelectual, Novo desde muy joven lo cuenta en La estatua de sal, sus memorias inconclusas, vivió su homosexualidad con total libertad y sin ningún recato (…) fue un vanguardista, un activista gay. Con su sola personalidad, con su sola presencia, con su sola libertad, lo consiguió”.

Para Gutiérrez Vega, en esta parte Novo fue totalmente vanguardista, pues “fue un pionero de la libertad gay, valerosísimo, se enfrentó a una sociedad machista y homofóbica, inclusive fue objeto de toda clase de burlas, enfrentó esas burlas, aunque en lo que se refiere a su tarea literaria, no le llamaría vanguardista, diría que era un escritor muy original dentro de los moldes clásicos”.

También Taydé Acosta considera que Salvador Novo “estuvo súper adelantado a su momento, él nunca ocultó su homosexualidad, como en el caso de sus compañeros que fueron más discretos, como Xavier Villaurrutia, Novo no, desde los años veinte comenzó; de entrada vivía plenamente su vida privada, no dejaba pasar la oportunidad para referirse a su homosexualidad y lo mencionó en sus primeros libros de relatos, aventuras que tuvo en Estados Unidos, él decía su condición y además sí hacía como exhibición, era excéntrico”.

La especialista, recordó que a Novo le gustaba vestir con muchos colores y en la época en que tuvo que empezar a usar peluquín, lo utilizaba de diferentes colores, como el anaranjado y al final, en la década de los sesenta, comenzó a llevar anillos enormes en todos los dedos.

Por otro lado, la obra en prosa de Salvador Novo también es de suma importancia. Tayde Acosta señaló que “en principio, porque era un gran escritor, tenía una prosa magnífica, escribía muy bien y, además, de muy fácil acceso, porque es riquísima su escritura, cuando lo lees te diviertes, lo disfrutas muchísimo”.

Return Ticket editado por Cvltvra en 1928, Nueva grandeza mexicana editado por Hermes en 1946 y La estatua de sal publicado por Conaculta en 1998, dijo, “son libros de relatos y memorias del propio Novo que también son una pequeña historia de la ciudad de México”.

Además escribió, con artículos y crónicas, los libros La vida en México en el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas; de Manuel Ávila Camacho; de Miguel Alemán; de Adolfo Ruiz Cortines; de Adolfo López Mateos; de Gustavo Díaz Ordaz y de Luis Echeverría.

Se trata de relatos donde, precisó la investigadora de la UNAM, “Novo habla de la Ciudad de México, de la sociedad, de arte, de política, de deportes, de espectáculos, de comida, de teatro, de cine, de moda, de literatura, como su nombre lo dice, son relatos de todo el medio social durante los diversos periodos presidenciales, y no sabes qué delicia es leer esto, te enteras de todo y aprendes muchísimo, pero sobre todo se disfruta mucho conocer ese México del siglo XX”.

Para Sergio Téllez-Pon, una parte importantísima de la obra de Salvador Novo es La estatua de sal, sus memorias inconclusas que se publicaron en 1998. “La verdad es que la prosa de Novo es deslumbrante, su forma de escritura, en particular en La estatua de sal, es de una delicia, de un gozo, es deslumbrante, te atrapa inmediatamente, cuenta cosas tan chuscas y divertidas, gracias a su gran prosa”.

Pero una parte central de su legado, agregó el especialista, es también la crónica. “Ahora que hay esteboom de la crónica, uno de los pilares de esta tendencia, sin duda, es Salvador Novo, eso lo convierte en un visionario, que supo ver en la crónica un género totalmente flexible, entre el ensayo y la narrativa”, a pesar de que en aquellos años, era un género relegado en la literatura, considerado más propio para el periodismo.

Novo es uno de los cronistas más importantes y destacados del México contemporáneo, lo que le valió ser nombrado Cronista Oficial de la Ciudad de México, en 1965 por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, con lo cual la calle en que vivía en Coyoacán, tomó su nombre.

Sergio Téllez-Pon destacó que “con ese título hacía muchísimas cosas, estaba encargado de escribir textos que rescataran la historia de la ciudad de México”, pero también escribió crónicas de viajes, por ejemplo Continente vacío, donde relata sus periplos por Buenos Aires y Montevideo, donde conoció a Federico García Lorca y con el cual tuvo un romance, además de otros viajes a Jalisco, Michoacán y hasta Hawai, textos que para el especialista “son riquísimos”.

Salvador Novo también tuvo, a lo largo de su vida, una gran pasión por el teatro. Luego de crear el Teatro de Ulises, fundó el teatro La Capilla, en Coyoacán, donde montó por primera vez en México Esperando a Godot, de Samuel Beckett, lo que muestra lo vanguardista que era.

En 1932 Salvador Novo participó en la formación del Teatro de Orientación; en 1947 junto con Xavier Villaurrutia, Celestino Gorostiza y Clementina Otero, formó la Escuela de Arte Teatral de Bellas Artes, donde además ellos eran profesores y también fue el primer director de la Coordinación Nacional de Literatura de Bellas Artes, que en esa época se denominaba  Departamento de Teatro y Literatura.

También fue director de Teatro del INBA “y allí le dio foro a jóvenes dramaturgos que después fueron muy importantes, como Emilio Carballido y Sergio Magaña, les abría las puertas a jóvenes que traían una nueva mentalidad con respecto al teatro”, precisó Téllez-Pon.

Pero el escritor y poeta también incursionó en la televisión y la publicidad y de hecho se le adjudica la autoría del slogan “remoje, sacuda y tienda”, que eran los tres pasos para el uso de un detergente de ropa.

Hugo Gutiérrez Vega, Sergio Tellez-Pon y Tayde Acosta, consideran de suma importancia fomentar la lectura de toda la obra de Salvador Novo pues, aunque su poesía completa nunca ha sido publicada, fue el primer poeta mexicano del que se tradujo un libro completo al inglés en 1935.

Pero además, como señaló Carlos Monsiváis, en el marco del centenario del nacimiento de Salvador Novo: “El gran legado es lo que el concepto ‘Salvador Novo’ engloba: una prosa enérgica, divertida, renovada, barroca; una poesía de múltiples facetas; una mirada sobre la ética liberal en el país del capitalismo salvaje sin conciencia de culpa; un testimonio único sobre la condición gay en el México de la primera mitad del siglo XX (su crónica autobiográfica La estatua de sal y sus sonetos en contra y a favor de sí mismo); una actitud de desafío que mantiene casi intacta por tres décadas; una poesía de la confesión aparente y del orgullo al cabo de todas las proclamaciones de derrota.  Y a esta enumeración del legado, agréguense las vivencias de cada uno de los lectores”.

Información: AGB

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