Aunque desde la década de los setenta la Ciudad de México ha sido el escenario donde los artistas visuales presentan sus obras en espacios públicos, a partir del año 2000 la urbe se abrió a los discursos contemporáneos y ha sido  sede de cientos de proyectos que desbordaban los esquemas tradicionales de exhibición. De eso da cuenta el libro Sin límites. Arte contemporáneo en la Ciudad de México 2000-2010, presentado este viernes por sus compiladores Edgar Alejandro Hernández e Inbal Miller, en el contexto de la Zona MACO, Feria Internacional de Arte Contemporáneo.     

Edgar Alejandro Hernández es un periodista de temas culturales que desde hace 15 años ha entrevistado y conversado con los diversos artistas que han presentado su trabajo en México. Inbal Miller Gurfinkel es historiadora del arte cuya tesis de licenciatura se enfocó en la idea de transgresión del cubo blanco en la obra de Francys Alÿs. Juntos, decidieron iniciar un proyecto para recuperar la memoria de una época prolífica para el arte contemporáneo mexicano.       

Aun cuando la transgresión del museo/galería no representó una novedad dentro de las prácticas artísticas en México –explicó Edgar Hernández–, sí podemos considerarla una tendencia que logró consolidarse en los años 2000, y que además acompañó una búsqueda de los artistas contemporáneos en su diálogo y confrontación con el espacio público.   

“Como testigo presencial de estas prácticas, siempre tuve la sensación de que al no ser registradas de forma esquematizada, a pesar de que la fotografía digital facilitaba cada vez más la documentación, la mayoría de estas obras quedaban en el olvido y sólo algunas piezas lograban trascender a su tiempo, igual que ocurrió con los espacios independientes en la década de los noventa, cuyo legado se perpetuó más por la carga anecdótica de su creación y operación, que por la revisión crítica de su producción”, explicó el periodista.

“Decidimos hacer una publicación las obras del 2000 al 2010 porque no había sido estudiado de forma sistemática. No existe una investigación, generalmente el arte contemporáneo se estudia a partir  de lo que ocurrió en los años noventa con los llamados espacios independientes, creemos que había ese hueco en términos de investigación histórica”.

Además, añadió, muchas de las obras reunidas en la publicación son efímeras y  “si no se reúnen en un libro de estas características pues es difícil que se puedan conocer”, por lo que explicó que los 140 artistas presentes en la publicación de Cubo Blanco fueron seleccionados no por un criterio estético sino para reflejar lo que se halló de esa época, es decir obras que ocupaban de manera natural el espacio público.

En el libro –coeditado entre Promotora Cultural Cubo Blanco y Editorial RM– se documentan piezas artísticas como la de Roberto de la Torre, titulada ¡Mordida! ¡Mordida!. La acción se ubica en el año 2000, en Zócalo de la Ciudad de México. El contexto son los festejos por el nuevo milenio y un hombre vestido con casco de motociclista y unos guantes de hule rojos estrella su cabeza durante más de una hora sobre un pastel de varios pisos. 

También se presenta la obra que consistió en organizar una carrera con los sillones que usan los lustradores de calzado (Primera gran carrera del bolero, 2001); la producción de un ballet de reflejos de luz manipulando con voluntarios las ventanas de un hotel capitalino (69 ventanas, 2004); la iluminación por la noche de un edificio abandonado para ofrecerlo a los testigos como una especie de monumento fantasma (Edificio iluminado, 2003); así como la intervención de marquesinas de cines abandonados con frases tomadas de cartas suicidas (Recados póstumos, 2006).   

Inbal Miller contó que al conversar de esos temas con Édgar Hernández, se dieron cuenta de que todas esas expresiones que salían de la lógica institucional del cubo blanco no estaban registradas y que si no tenían visibilidad en una nota de prensa, se perderían irremediablemente.

“Así decidimos hacer este libro, para reunir estas piezas que será la única forma que se vean juntas. También es importante porque no se ha estudiado esta época, inicios del siglo XXI, porque en lo que se refiere a investigación, todavía estamos en la desmitificación de los espacios alternativos de los años 90”, señaló Inbal.

El libro Sin límites. Arte contemporáneo en la Ciudad de México 2000-2010, recopila el trabajo de 136 artistas y colectivos, mexicanos y extranjeros, que a lo largo de una década crearon alrededor de 200 obras. Se trata de creadores como Eduardo Abaroa (Ciudad de México, 1968), Francis Alÿs (Amberes, Bélgica, 1959), Carlos Amorales (Ciudad de México, 1970), Jerónimo López Ramírez, Dr. Lakra (Ciudad de México, 1972), Anna Galtarossa (Verona, Italia, 1975), Thomas Glassford (Laredo, Estado Unidos, 1963) y Maurycy Gomulicki (Varsovia, Polonia 1969), entre muchos otros. Asimismo, incluye textos de los investigadores Cuauhtémoc Medina, Guillermo Santamarina y Patricia Sloane.

“El libro no pretende ser enciclopédico, ni ofrecer una verdad absoluta y cerrada, simplemente exhibimos el resultado de tres años de investigación. Lo importante es que no se pierda de vista que la Ciudad de México es una meca del arte contemporáneo actual, que está al nivel de cualquier otra metrópoli internacional, con artistas con propuestas muy maduras”, concluyó Inbal Miller.

Información: MAC/DAF

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