Brooklyn, Nueva York.- En opinión del artista mexicano Francisco Westendarp, todos tenemos una relación emocional con los objetos que utilizamos en la vida cotidiana, sobre todo aquellos a los que otorgamos una atención de primer plano. Pero, ¿qué sucede con los objetos que se encuentran atrás, aquellos que escapan al lente de nuestra memoria? ¿Acaso se convierten en objetos que apenas existen?

Precisamente en torno de este tema, Westendarp inauguró recientemente en la célebre galería Robert Henry Contemporary de Nueva York, la exposición Things That Barely Exist (Cosas que apenas existen), en la que presenta una selección de objetos que han escapado del llamado “manto de la memoria humana”, y que en términos prácticos y simbólicos podrían fácilmente formar parte de la no existencia, a través del olvido.

“El tema de la exposición es la memoria, sus mecanismos y cómo escogemos, de manera consciente o inconsciente, lo que queremos recordar”, afirma Francisco Westendarp, quien pertenece a la generación 2004 del Programa Jóvenes Creadores del Fonca; en 2011 obtuvo la Beca para Estudios en el Extranjero del Conaculta, a través del Fonca y el Conacyt.

La muestra ha recibido un numeroso público en la zona de Brooklyn, en el barrio artístico y bohemio cercano a la Subway Station de Bogart Street, y formó parte de la convocatoria que la Galería Robert Henry, la cual generalmente exhibe el trabajo de creadores estadounidenses, lanza cada año para difundir nuevas propuestas, entre las cuales el trabajo de Francisco Westendarp fue uno de los más comentados por los críticos y  la prensa local.

El artista mexicano, quien además de graduarse en el Instituto  Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey Campus Querétaro, realizó estudios en la Stony Brook University de Nueva York, considera que la muestra Things That Barely Exist confronta al público con el hecho de que es imposible recordar todo lo que percibimos en el mundo que nos rodea.

“Por ello es que a veces pensamos que lo que no está en nuestra memoria nunca sucedió. De ahí que la idea de la exposición se centre en mostrar distintas formas de registrar momentos y objetos, que por ser parte de una rutina o por su intrascendencia en nuestras vidas escapan a nuestra memoria y se convierten en cosas que apenas existieron”.

--En su opinión ¿existe un misterio en la realidad que adoptan a través de la mente humana esos objetos cotidianos que utilizamos todos los días?

--Como lo dije antes, creo que a los objetos los cargamos emocionalmente de acuerdo con nuestra relación con ellos. Nuestra rutina determina una buena parte de esta carga y ésta se encuentra establecida por una división del tiempo que por lo general, se ajusta a un sistema de producción de horarios de trabajo, fechas de vencimiento de tarjetas de crédito o citas con clientes; y lo que llamamos tiempo libre, que también está contemplado en este sistema.

La propuesta de la exposición es replantear la manera en la que dividimos el tiempo. Si es posible generar nuestras propias medidas de tiempo sin que éstas se ajusten a un sistema productivo, entonces podemos generar nuestra propia noción de historia y por lo tanto una forma diferente de relacionarnos con los objetos en la que formen parte de rituales personales que sirvan como marcas alternas al tiempo que vivimos”.

--¿Cómo comenzaste a recolectar objetos para esta exposición?—

--Empecé a notar que algunas de las cosas que utilizo regularmente podían adquirir cierto ritmo escultórico, a partir de ahí empecé a archivar ciertos objetos con la intención de hacer este tipo de esculturas efímeras. Con el tiempo me di cuenta de que al recordar el origen de cada uno de estos objetos, también podía recordar momentos muy específicos y que al combinarlos podía ir materializando un lado de mi memoria que pocas veces exploraba”.

--¿Recuerdas algunos lugares específicos donde encontraste estos objetos?

--Estas son algunas de las relaciones entre objetos, lugares y eventos que utilicé para la exposición: Boletos de metro comprados en la estación Coyoacán; un pedazo de audífono tomado de un autobús en un viaje a Querétaro; la tapa de una cerveza que me tomé con un amigo; una aspirina ya que en noviembre de 2013 me enfermé tres veces; un pedazo de vidrio porque alguien rompió el cristal del coche de los vecinos de mis padres; una cáscara de pistache, porque mi primo con síndrome de Down siempre me daba pistaches antes de ir al trabajo; así como una pastilla para aliviar la ansiedad”.

--¿Consideras que esos objetos o cosas que apenas existen vuelven a cobrar vida y se hacen visibles al estar en el contexto de una galería? En este sentido, ¿consideras que el arte es un medio para hacer que muchas cosas y temas salgan de la invisibilidad?

--Las lecturas de las piezas cambian mucho en una galería, al convertirse en objetos para ser apreciados se cumple la función que quiero que tengan estos objetos, sin embargo no creo que el arte sea precisamente útil para hacer que ciertos temas salgan de la invisibilidad. Considero que esta función le corresponde más a otras disciplinas como la filosofía, la antropología o la sociología, entre otras. Creo que el arte puede ser un punto de partida, pero las estrategias concretas para hacer que volteemos a ver cierto lugar en específico corresponden a otras áreas.

--Como mexicano ¿qué significa para ti haber realizado estudios y exhibir en la ciudad de Nueva York? ¿Cómo consideras que es recibido el trabajo no sólo de artistas mexicanos sino de todo el mundo, y cómo se proyecta, a través del circuito de galerías de esta ciudad?

--Al llegar a Nueva York me di cuenta realmente en qué punto se encontraba mi carrera como artista y de la gran cantidad de gente que busca un espacio en el mundo del arte. Esto te hace sentir muy pequeño en un principio, pero creo que también te da mucha perspectiva hacia dónde dirigir tus esfuerzos. Más que exhibir en Nueva York, lo que realmente significa algo para mí es haber encontrado gente en esta ciudad que compartiera puntos de vista similares sobre el tipo de trabajo que hago y que estuviera dispuesta a confiar y a apoyarme para exhibirlo.

En cuanto a la nacionalidad de los artistas en el circuito artístico de esta ciudad, por lo general se espera que hables de lo que significa vivir en Estados Unidos y su impacto en tu identidad. Es decir, si eres mexicano, se espera que expongas abiertamente tu nacionalidad y la confrontes con la cultura de Estados Unidos.  Pareciera que los temas más universales están reservados para los  artistas que no vienen de culturas “exóticas”. Sin embargo iniciativas como la Trienal del New Museum, que busca exponer el trabajo de  artistas  emergentes de Asia, América Latina y África principalmente, va más allá de esto y se centra en presentar propuestas de arte contemporáneo relevantes de estas partes del mundo, sin explotar la etiqueta de las nacionalidades de los artistas”.

-Háblanos un poco de ti, ¿cómo comenzaste a inclinarte por el mundo del arte?, pero no a un nivel académico, sino en años más tempranos, quizá en tu niñez.

-Creo que mi padre tuvo mucho que ver en esto. Él es médico, pero ha tenido muchos pasatiempos a lo largo de su vida. Un día llegaba con tres bonsáis a la casa y por dos meses se dedicaba a cuidarlos, después se olvidaba de ellos y llegaba con un folleto de un curso de buceo, luego con una flauta, después con libros de tai chi y así, ha pasado por cursos para entrenar perros, clases de piano, talleres de fotografía, excursiones para ir de pesca, libros sobre el origen de la Atlántida, etc. Siempre me involucró en todo esto y creo que por lo mismo hizo que tuviera curiosidad por explorar muchas cosas al mismo tiempo, sin la intención de convertirme en un profesional del buceo o del cultivo de bonsáis sino de mantener cierta curiosidad por entender cómo funcionan las cosas.

--¿Qué otros proyectos tienes en puerta para este año?

--Estoy preparando una exposición en la Ciudad de México, en Border, que es un espacio de talleres y exposiciones en la colonia Roma y, estoy recolectando información para un proyecto que tiene que ver con la filmación de ciertas películas de Hollywood en México, durante la década de los noventa.

--Finalmente, ¿cuál consideras que es actualmente el principal reto del arte contemporáneo para plasmar tanto cuestiones humanas a nivel personal como las realidades de su tiempo?

--Creo que los retos del arte contemporáneo son más o menos los mismos que hace varias décadas, quizá las formas en las que se presentan estos retos son las que se han ido transformando. Pero creo que una de las cuestiones más importantes es la relación entre artistas y espacios de exhibición, en donde la cuestión económica tiene mucho qué decir. Las ferias de arte han adquirido un papel muy importante en este sentido y se han convertido en un espacio que ofrece mucha exposición de obra pero en un contexto en el que el discurso de los artistas se vuelve parte de un argumento de venta.

En este sentido, el mercado del arte habla mucho sobre la realidad de nuestro tiempo y el arte contemporáneo depende mucho de que el espectador haga un esfuerzo extra por leer entre líneas y contrastar el discurso de la obra y el lugar en el que se está exhibiendo.

--¿Has encontrado en Nueva York algunos ejemplos concretos sobre esto?

--Sí, hay muchas iniciativas, especialmente en ciertas partes de Brooklyn como Bushwick Beta Spaces o Laundromat Project en donde lavanderías, departamentos, bodegas, kinders, etc. se transforman temporalmente en espacios de exhibición y el trabajo de los artistas adquiere una lectura totalmente distinta. Definitivamente es un panorama que vale la pena explorar.

Información: HBL

Documentos

Descarga el PDF Kit de prensa