El cineasta italiano Ettore Scola (Trevico, Italia, 1931) recuerda a su entrañable amigo Federico Fellini (Rímini, Italia, 20 de enero, 1920- Roma, Italia, 31 de octubre, 1993) y lo hace a través de aquello que los unió por décadas. Su pasión por el cine, el gusto por el dibujo, los amigos comunes y cómplices, el insomnio y la amistad es lo que evoca con el filme ¡Qué extraño es llamarse Federico!: Scola cuenta a Fellini (2013).

Luego de una única exhibición, el pasado 16 de enero, con motivo del homenaje al artista italiano ofrecido por el Instituto Italiano de Cultura, la Embajada de Italia en México y la Cineteca Nacional, este filme regresó a la pantalla del complejo cinematográfico del Conaculta, con motivo de la 56 Muestra Internacional de Cine, desde ayer lunes 21 de abril.

Se trata de una película nostálgica, sin llegar a ser cursi, que hace una remembranza sobre la creación, la amistad y la esencia misma de todo lo que implicó para ambos el cine. A través de este trabajo Scola rinde un homenaje sesgado por sus recuerdos, los cuales dejan ver cuánto se puede extrañar a un amigo.

El también creador de piezas como La vida fácil (1962) y Un día especial (1977) realizó este material con motivo del 20 aniversario luctuoso de Fellini, recordado en 2013. Mediante el filme narra su encuentro con el creador de La Dolce Vita (1960), a través de un álbum de imágenes y de memorias que entrelazan escenas escritas y reconstruidas, que oscilan entre la docuficción y el biopic, un retrato que en la intensión de su autor desea ser alegre.

Narrada en tercera persona, la película es una evocación a la creación pretérita, e inicia con una toma de Fellini en sus últimos años de vida, de espaldas al espectador y mirando hacia el mar mientras recita en español De otro modo, de Federico García Lorca, poema que termina con la frase “qué raro que me llame Federico”.

Luego de esa colorida primera toma de ocaso, la historia continúa en blanco y negro y el narrador inicia el relato con el que cuenta la llegada de Fellini a Roma y sus inicios como dibujante en la histórica revista de sátira Marc’Aurelio. Fue mediante esta publicación que Scola, a los cinco años de edad, se convierte en admirador de Federico.

Una visión íntima sobre la amistad y los episodios que vivieron juntos los dos cineastas, los cuales se van mostrando a través de saltos en el tiempo, marcados por los cambios del color al blanco y negro, gracias a la fotografía de Luciano Tovoli.

A lo largo de 90 minutos, surgen varias anécdotas, como los largos recorridos nocturnos en automóvil, que ambos hacían para combatir el insomnio, trayectos en los que aparecen personajes que fueron motivo de inspiración para algunas de sus películas, como la prostituta que nos evoca a la protagonista de Las noches de Cabiria (1957).

En este material la ficción oscila con fragmentos de documental en los que se incluyen valiosos materiales de archivo, como los dibujos de ambos para el cómic político, fotos, fragmentos de películas y de entrevistas, que sustentan lo histórico y biográfico de la trama.

La película fue escrita por el director originario de Trevico en colaboración con sus hijas Paola y Silvia. En ella tenemos la oportunidad de acercarnos a los primeros encuentros entre ambos directores y entender las similitudes de historia de vida entre Federico y el joven Ettore. Ambos evitaban la actividad física. Eran incapaces de jugar futbol o de nadar. Gustosamente compartieron su pasión por el dibujo de caricaturas y de viñetas, así como su afición a personajes como El Gato Félix.

Tanto Fellini como Scola mantuvieron amistad con el guionista Ruggero Maccari y con el actor y cineasta Alberto Sordi. Y sobre todo con Marcello Mastroianni, quien actuó para los dos y fue su amigo. Esta camaradería entre personajes queda manifiesta en el filme.

El espectador logra tener una visión más íntima de Fellini, a través de los ojos de uno de sus amigos. Conocer aspectos interesantes de su producción, e incluso se vive la recreación de escenas emblemáticas de su trabajo, como la de la escena de La Dolce Vita en la Fontana de Trevi, con Marcelo Mastroianni dirigido por Federico.

Se trata de una pieza que sorprendió al mundo de la cinematografía porque con ella se conjuró el anunciado retiro de Scola, quien después de 10 años de ausencia en las pantallas, regresa para rendir este sensible homenaje a su fallecido amigo.

Los horarios de programación de ¡Qué extraño es llamarse Federico!: Scola cuenta a  Fellini se pueden consultar en el micrositio:

http://www.cinetecanacional.net/micrositios/muestra56/

Información: NAM

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