A través de los pensamientos de un microbusero de la ruta Calzada de Tlalpan, los desencuentros de pareja, un zoológico de animales muertos y la relación del oficial Muñoz y su perro Brunello, Gabriel Rodríguez Liceaga relata en su libro Niños tristes las historias de adultos que de alguna manera se enfrentan a la depresión y la soledad inmersos en una gran ciudad.

En entrevista con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el autor originario de la Ciudad de México comentó que al ver el libro completo descubrió que tiende a escribir de forma apesadumbrada y los nueve relatos que lo componen fue una selección de entre 20 historias que escribió durante un año de trabajo.

"Estos son cuentos que considero de literatura juvenil y que escribí hace mucho; creo que muestran el signo inequívoco de juventud y supongo que cuando los escribí estaba triste, en alguna especie de decepción general, aunque actualmente me doy cuenta que lo que escribo entra en la amargura.

“Los cuentos sí son tristes, pero el planteamiento general es que a pesar de que no hay un solo niño en todo el libro, todos los personajes tuvieron evidentemente infancias tristes", explicó el autor.

Indicó que sus textos para nada son autobiográficos, pero sí autorreferenciales. “Supongo que hay alguna parte de mí que se permeó en los relatos, pero bajo ninguna circunstancia escribo sobre lo que me ocurre; agarro inspiración de la Ciudad de México, metrópoli que veo a diario, que me encanta y me parece un monstruo hermoso".
 
El ganador del Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí 2012 con el libro Perros sin nombre compartió que escribe sobre lo que le emociona en determinado momento y decidió dedicarse a la literatura cuando un día abrió un libro y descubrió que el mundo podía ser mejor de lo que es. “Pienso que todos los escritores somos críticos del mundo en el que habitamos, como no nos gustan los vasos de agua, creemos que podemos escribir sobre un vaso de agua mejor de lo que es o de una mano, una historia de amor, o de un techo que nos guarece de la lluvia. Todo puede ser escrito de mejor forma, escribir es una manera de huir de esta realidad", comentó.

El escritor compartió que para la creación de sus historias trata de encontrar inspiración en capítulos de Los Simpson, de chistes que le cuentan, charlas que escucha en el transporte, en observar al chofer del microbús. “Creo que hay literatura en absolutamente todas las cosas que nos rodean”, expresó.

 Expuso que el cuento es un género literario que desnuda por completo a un escritor. “Uno se da cuenta de qué pasta está hecho un escritor al ver cómo entiende lo que es un cuento. A mí me gusta creer en el cuento como una estructura perfecta, algo que planteo al mundo sólo existe en ese cuento y no puede quedar ningún cabo suelto, si dejas un cabo suelto, no es redondo. Estos nueve relatos creo que son los que más se relacionaban con la forma como entiendo que debe estar un cuento”.

El autor de 33 años de edad mencionó que al escribir le funciona pensar sólo en un lector. “Cada que me siento a teclear es con la idea de conmover un alma, que alguien recuerde una línea que haya escrito es un poco mi objetivo final; no estoy seguro de haberlo conseguido en estos cuentos de Niños tristes, pero como toda obra literaria es un trabajo constante”.

El autor de las novelas Balas en los ojos y El siglo de las mujeres dijo que escribe por vocación, a pesar de lo complicada la publicación en editoriales. “Yo escribo en automático, no reparo en el hecho de escribir, llego y simplemente lo hago, como el estornudar, el pestañar o dormir; en mi caso, ya es una cuestión natural y no me pregunto por qué lo hago”.

Niños tristes, del Fondo Editorial Tierra Adentro, está integrado por los cuentos Desenlace sobre Tlalpan en día de clásico, Ambos tenían ojos verdes, Los Werners falsos, En el instructivo dice que los arrojes a la basura aún vivos, La venganza de un coro, El perro del oficial Muñoz, Nadie sabe amar: Zoológico de animales muertos y Dioses con ojeras.
 
De estos nueves relatos el favorito de Gabriel Rodríguez Liceaga es Dioses con ojeras. “Es el más ‘cuentístico’ (sic) de todos, experimenta una forma de narrar que me parece interesante. Desenlace sobre Tlalpan en día de clásico me gusta mucho, explico el oficio del microbusero y sus ayudantes, traté de hacer una recreación oral de los 10 años que recorrí la calzada de Tlalpan hacia la casa de mis padres, son dos cuentos que creo salvan el tomo”.

Niños tristes, libro ganador del Premio Nacional de Narrativa María Luisa Puga 2010, en la categoría de Cuento, será presentado por César Tejeda, Luis Bugarini, Lola Ancira y el autor, Gabriel Rodríguez Liceaga, este miércoles 23 de julio en la Casa Refugio Citlaltépetl, a las 19:00 horas. Entrada libre.

Información: DAF

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