Cuando la realidad falla nos quedan los sueños, esos que provocan que una persona tras el fracaso, personal o profesional, aún tenga ganas de levantarse, señalan Sunday, Gorka, Al y Jam, cuatro desempleados que en el teatro buscan una manera de aliviar su soledad, en la puesta escénica Más pequeños que el Guggenheim, escrita y dirigida por Alejandro Ricaño.
 
En el Teatro Milán se ofrece la última temporada de la obra, estrenada por primera vez en 2009. Una comedia sobre la amistad, donde un dramaturgo y un actor de teatro frustrados, y dos no actores, intentan recuperar el sentido de sus vidas haciendo una obra de teatro o algo que los ayude a sobrellevar, lo mejor que se pueda, su vida que no es para nada lo que esperaban o imaginaron.
 
Las luces se encienden, la escenografía está compuesta en un extremo del escenario por una mesa y cuatro sillas; en el otro, una banca de madera. Los cuatro singulares personajes dan a conocer un poco de sí mismos y sus experiencias para luego preguntarse ¿y ahora qué?
 
Dos amigos, un dramaturgo y un escritor regresan a México después de tres meses de estar en España, lo que no esperaban hacer tan pronto. Tras ese fracaso se alejan para reencontrarse 10 años después y montar una puesta teatral que pueda darle sentido a sus aburridas y frustradas existencias.
 
Gorka se da a la tarea de escribir un texto que tiene poco de creativo, pues refleja aquel viaje a España y habla de ellos. A la puesta, que será dirigida por Sunday, se suman Al, un albino huérfano y bizco, y Jamblet, un ex cajero de un minisúper.
 
Con el paso del tiempo los cuatro integrantes establecen una amistad, la cual se refuerza cuando Sunday intenta suicidarse por enésima vez. Sus compañeros de proyecto, en el pasillo del hospital, se resignan a su mala suerte, pero secretamente saben “que siempre habrá que mantener intacta la esperanza”.
 
La obra, que ha participado en distintos festivales teatrales y se ha presentado en escenarios de España, Miami y Perú, se distingue por presentar una trama ingeniosa, divertida y a la vez conmovedora a través de un lenguaje simple, pero contundente, que pone en relieve el valor de la amistad, desatando la risa del público a lo largo de 90 minutos.
 
El escritor y director, Alejandro Ricaño, explicó que Más pequeños que el Guggenheim, a diferencia de otras obras que sólo hacen reír mucho, su propuesta hace reír para desarmar al público y contarles una historia dolorosa, sensible, cuyo objetivo es conmover.
 
“La obra no es cursi ni pretenciosa, no busca hacer llorar, es inevitable lo que le pasa a los personajes y es inevitable lo que sienta el espectador, es difícil que éste no salga conmovido. Si uno va al teatro y no se conmueve no tuvo ningún sentido asistir”, aseguró.
 
En la puesta en escena, donde se reflexionará y meditará sobre la vida, la realización personal y el fracaso, el espectador no debe perder detalle de lo que sucede en el escenario, pues los actores explotan el recurso de la expresión corporal.
 
Más pequeños que el Guggenheim, obra sin intermedio y final inesperado, cuenta con las actuaciones de Austin Morgan, Hamlet Ramírez, Miguel Corral y Adrián Vázquez. Se presentará hasta el 24 de agosto en el Teatro Milán, ubicado en Lucerna 64, colonia Juárez. Horarios: viernes, 20:00 y 22:00 horas; sábado, 18:00 y 20:00 horas; y domingo, 17:00 y 19:00 horas.

Información: DAF

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