Su casa en México fue el punto de reunión de muchos colombianos, como el escritor Gabriel García Márquez, quienes como él “saboreaban el amargo caviar del exilio”. Fue cuando comenzó a radicar en este país que Rodrigo Moya (Medellín, 1934) recibió sus primeras lecciones de fotografía de otro coterráneo, el reportero gráfico Guillermo Angulo.

Han pasado muchas décadas desde entonces, y hoy en día este mexicano es reconocido como uno de los fotodocumentalistas más destacados de América Latina.

Este 2014 Moya cumplió 80 años, y en su cuadragésima segunda edición el Festival Internacional Cervantino (fic) –que este año se llevará a cabo del 8 al 26 de octubre, en Guanajuato–, le rinde un homenaje con dos exposiciones: la retrospectiva Tiempos tangibles, en el Museo Regional de la Alhóndiga de Granaditas, y la muestra titulada Célebres y anónimos, que se exhibirá en las vallas exteriores del Foro de la Alhóndiga en Guanajuato.

 

Exposiciones

Tiempos tangibles, curada por su esposa Susan Flaherty de la mano de Moya, está integrada por un centenar de obras de temas diversos, así como por una sección biográfica donde se da a conocer no sólo su trabajo como fotorreportero, sino como escritor y editor.

“Mis fotografías son algo más que un instante de tiempo y acción sustraídos de la realidad, algo más que personas y hechos acaecidos más allá de su leve fantasma de plata. Las imágenes que conservé de mi oficio como documentalista son para mí un legado tan fuerte como la palabra escrita, y tan profundo como los más hondos recuerdos. La fotografía fue para mí la aproximación más intensa a la vida, a la naturaleza del mundo, a los seres y cosas que entraron por mi lente y allí siguen, poblando la memoria y la pequeña superficie del papel fotográfico, negándose a morir, mirándome con los mismos ojos con que me miraron hace décadas”, ha comentado Moya sobre su labor.

El público que circule por las calles de Guanajuato se topará con los rostros que Moya capturó, lo mismo del revolucionario Ernesto Che Guevara, que de Carlos Fuentes, Juan de la Cabada, Emilio El Indio Fernández, María Félix, Dolores del Río y Celia Cruz, entre otras personalidades. Estas imágenes dialogarán con retratos de campesinos, obreros, maestros, estudiantes y pescadores que forman parte de la segunda muestra que lleva el título de Célebres y anónimos.

“La figura y el rostro humano estuvieron siempre presentes en la búsqueda de mi cámara. Por eso, rostros y torsos y cuerpos enteros fueron quedando en mi archivo, formando con los años una imprevista galería de retratos. Allí están niños, hombres y mujeres, jóvenes o viejos, seres célebres y anónimos que abordé al paso, en un instante, al margen o dentro de los acontecimientos de un reportaje. Ahora veo esos rostros mirándome de frente, o desatendidos de mi presencia, y me pregunto en dónde están, si aún viven o cómo y cuándo murieron. También me pregunto por qué razones una chispa de sus existencias fue convertida por mi mirada y mi aparato en un enigma, en la pregunta sin respuesta que es la imagen de un ser humano conservada en una fotografía sin saber siquiera quién era”, comenta el mismo Moya.

Ambas muestras son resultado del trabajo realizado por el fic desde 2007, al colaborar en la revaloración del archivo de Moya (que permaneció sellado durante treinta años), con la organización de dos exposiciones individuales: La eterna infancia y La muerte de Francisco Goitia, y al incluir el acervo en muestras colectivas.

 

El telescopio interior

El Centro de la Imagen se sumará al homenaje del fotógrafo mediante la presentación del libro Rodrigo Moya. El Telescopio interior, que incluye crónicas y memorias en torno a la fotografía escritas por el mismo Moya, así como reflexiones de otros autores, críticos e historiadores.

El volumen, coeditado por el Centro de la Imagen y el Conaculta, se dará a conocer el 9 de octubre, a las 12:00 horas, en el Salón Fumador del Teatro Juárez con la participación del propio Moya, Guillermo Angulo e Itala Schmelz, así como de Patricia Gola y Alejandra Pérez Zamudio, quienes compilaron y editaron el libro.

 

El fotodocumentalista

Rodrigo Moya se inició en el periodismo en 1955 en el semanario Impacto, y en 1964 cerró su ciclo como reportero gráfico en la revista Sucesos.

Atestiguó las invasiones de Estados Unidos a Santo Domingo y Panamá, y realizó en la Sierra Falcón la serie Guerrilleros en la niebla, que Angulo considera como su obra maestra. Publicada por The Guardian, en ella retrató a la insurgencia venezolana bajo el supuesto de que el Che Guevara, ya desaparecido, estaba entre sus filas.

En la década de 1950 conoció a García Márquez en su casa paterna. Para 1967 el retrato que le hizo al ganador del Nobel apareció en la primera edición en inglés de Cien años de soledad. En 1977 la fotografía que le tomó al escritor colombiano quedaría como constancia del puñetazo que le propinó Mario Vargas Llosa.

De 1968 a 1990 dirigió la revista mensual Técnica pesquera, en la que acumuló un vasto acervo fotográfico sobre pesca y biología marina.

En 2002 presentó en Xalapa Fuera de Moda, su primera exposición individual, a la que habrían de sumarse Cuba Mía, que contó con el patrocinio de la Casa América Catalunya en Barcelona en el cincuentenario de la revolución cubana. Promovida por el Instituto Cervantes, Cuba Mía viajó a Milán, Argel, Dublín, Nueva Delhi, Viena y la Habana.

La publicación del libro Foto Insurrecta, en 2004, fue resultado de la primera investigación sobre el trabajo de Moya a cargo de Alfonso Morales y Juan Manuel Arreocochea. Desde entonces, también se han editado Rodrigo Moya, una visión crítica de la modernidad y Una mirada documental.

En febrero de 2014 tv unam presentó la serie Ojos bien abiertos, sobre su vida y obra.

 

El FIC promueve la recuperación de archivos

El homenaje a Moya fue posible gracias a la existencia del Programa Rescate de Archivos, surgido en 2001 en el Festival Internacional Cervantino, cuya misión es la promoción de archivos artísticos olvidados estimulando su investigación y difusión a través de exposiciones, como ha ocurrido con el acervo de Ernesto “El Chango” García Cabral y el fotógrafo Walter Reuter.

Algunas de las muestras que se han organizado son: Manuel Ramos, fotógrafo guadalupano; Ezequiel Carrasco, fotorreportero, observador de astros y camarógrafo de estrellas; El suplicio del fakir, un caso insólito de los años 40 en México; La fotografía más famosa del mundo, registro de la Revolución Cubana bajo la lente de Alberto Korda, y ¡Sálvese quien pueda!, basada en el archivo del escritor Jorge Ibargüengoitia.

 

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