Nueva York.- A punto de anunciar a los nominados para la quinta edición de los Premios Cinema Tropical, Carlos A. Gutiérrez, uno de los promotores más importantes de cine mexicano y latino en Nueva York, comparte su punto de vista sobre la evolución de la cinematografía en México en estas casi dos décadas de trabajo ininterrumpido.

“Creo que el cine mexicano está como nunca, pocas veces en su historia habían debutado directores tan talentosos, se ha democratizado el acceso a la cinematografía, cada vez más jóvenes pueden construir una carrera. Históricamente, equiparo este momento a los años 30 y 40 cuando hubo muchísima experimentación en el cine mexicano, lo que eventualmente se llamó Época de Oro”.

Entrevistado en la oficina ubicada en Broadway, Manhattan, desde donde dirige el Festival Cinema Tropical, Carlos A. Gutiérrez asegura que es necesario comenzar a hablar de “cines mexicanos” no del cine mexicano, porque la diversidad de las propuestas actuales es mucha.

“Es irónico, muchos de esos cines mexicanos se desconocen, sólo se conoce el que llega a las salas grandes y muchos de los directores que son celebrados internacionalmente en México siguen siendo marginalizados. Sí, creo que el cine mexicano está como nunca, pero nosotros, como estructura, como comunidad no hemos podido caracterizarlo; ni la crítica, ni los programadores, es decir, no hemos creado condiciones que acompañen esa gran producción, no hemos podido entenderla en su diversidad, en su magnitud”.

En este sentido dijo que hay películas mexicanas que han tenido una influencia tremenda pero que no se han validado de manera más amplia, como el trabajo de Pedro González Rubio.

Alamar y Toro Negro han influido el cine y sin embargo no se conocen mucho en México, también a otros directores como Julián Hernández, Fernando Eimbcke o Carlos Bolado. Hay muchas películas clave pero que no necesariamente forman parte del canon. Amores perros y Luz silenciosa son de directores que han hecho carreras internacionales, con películas muy influyentes a nivel internacional, pero creo que a nivel local hay muchas películas que deben ser revalorizadas para entender cómo hemos llegado a esta diversidad”.

Recordó que desde la trinchera de Nueva York ha sido testigo de cómo el cine mexicano contemporáneo, al igual que en la llamada Época de Oro, ha priorizado la experimentación antes que casarse con algún género, sin embargo, esto ha coincidido también con el crecimiento de la presencia cultural de México en el mundo.

“En los 18 años que llevo viviendo aquí, ha cambiando radicalmente la percepción del público estadounidense con respecto a toda la cultura proveniente de México. Se han abierto una cantidad de taquerías, la comida mexicana ya se posicionó, el mezcal, las artes visuales, la música, hay muchas áreas culturales que se han abierto. Hace 15 o 20 años no podías hacer una exhibición de arte sin poner a Frida y a Diego, como que eran las únicas referencias, y si no los ponías no lo consideraban mexicano”.

En lo cinematográfico, afirmó, ha habido también una evolución drástica, cada vez se muestra más cine mexicano en Estados Unidos.

“Incluso irónicamente, se ve más cine latinoamericano acá en Nueva York que en América Latina, están llegando más películas, en el último mes hubo 60 filmes en festivales, cartelera y demás. Lo que tiene Nueva York es que cuenta con un público muy dedicado, a diferencia de otras ciudades, aquí hay un orgullo en ser público e ir a diferentes manifestaciones culturales, es parte de la dinámica, uno siempre está presumiendo fui a la ópera, fui al ballet, fui al cine, a diferencia de otras ciudades en que la gente consume una vez a la semana o una vez al mes su evento cultural, aquí somos participes casi todo el tiempo de eventos culturales y artísticos”.

No obstante recordó que también ha representado un gran esfuerzo crear esta visibilidad del cine mexicano y latinoamericano en una urbe en donde convergen todas las culturas.

“Ha sido más difícil porque el cine sigue siendo un proyecto eurocéntrico, es decir, todavía las herramientas para hablar del cine vienen de la tradición del cine europeo, y eso sigue siendo hegemónico, y el problema es que la crítica viene educada con esa mentalidad, entonces viene algún director europeo y lo celebran muchísimo más. Hay muchos directores latinoamericanos que deberían ser mucho más famosos de lo que son, incluso alguien como Lucrecia Martel, que es una de las mejores cineastas del mundo hoy día no es tan reconocida como debería ser”.

Aseguró que ese desbalance en la forma de hablar y percibir el cine tiene también mucho que ver con cómo enseñan la cinematografía en las universidades.

Es muy desventajoso, habría que repensar la historia del cine mundial, que sigue siendo muy lineal, es básicamente la historia del cine americano y el cine francés, incorporando el realismo italiano, el expresionismo alemán, pero no hemos podido incorporar otras cinematografías en este discurso, incluso la latinoamericana que podría aportar muchísimo.

Lo que haría falta en su opinión para mejorar los programas de estudio en las escuelas de cine y exponer a los alumnos con otro tipo lenguajes sería abrir el debate.

“Me impresiona como en nuestros países no ven cine latinoamericano en las escuelas de cine. Los ejemplos son los mismo, Scorsese, Bresson, no se incorpora el cine latinoamericano a las guías de estudio, desde ahí hay una falla tremenda porque no hay referencias. Las nuevas generaciones no conocen lo que ha habido antes en su país,  sencillamente porque no se ha creado un diálogo directo con la historia del cine latinoamericano en general”.

Carlos A. Gutiérrez señaló que otro problema es que el cine en general está fundado en binomios que ya están totalmente sobrepasados: cine de arte, cine comercial; ficción, no ficción; cine nacional, cine autoral.

“Son binomios que ya no explican el fenómeno cinematográfico, pero muchos todavía entienden al cine así. Está muy peleado todavía lo que se conoce como cine de arte y cine comercial. En México y Latinoamérica hay mucho más sincretismo de la cultura popular elevada a otras manifestaciones entonces se pueden encontrar diálogos mucho más fructíferos, pero el problema es que seguimos dividiendo en vez de encontrar puntos de diálogo en común. No hemos podido encontrar debates, hay crisis en programación y crisis en la crítica. Nosotros como programadores y críticos deberíamos acercar el público al cine y no espantarlo”.

Sobre el fenómeno taquillero de películas como Nosotros los nobles, el fundador de Cinema Tropical dijo que es necesario entender las películas también en la manera como retratan o dejan de retratar la realidad y las aspiraciones de cierto público mexicano.

“Hay un libro nuevo Screening Neoliberalism, de Ignacio Sánchez Prado, que da en el clavo de cómo después de la venta de Cotsa y después de la reducción del circuito de exhibición del gobierno y la creación de complejos como Cinemex y Cinépolis, el cine en México se convierte en un fenómeno de clase media, media urbana, y eso cambia radicalmente el tipo de narrativa. En ese sentido es interesante entender a Nosotros los nobles dentro de este fenómeno y de lo que retrata o no de las aspiraciones de la clase media mexicana.

-Tu labor parece un poco solitaria, quijotesca, ¿cómo te has enfrentado a organizar un festival como Cinema Tropical, a sostenerlo, incluso económicamente, cómo han sido tus tiempos, desde el principio, cómo has ido ganando terreno?

-Económicamente sigue siendo tan difícil como al principio. Creo que lo más importante es la continuidad. En una ciudad como Nueva York hacer un trabajo por tantos años sí te da una visibilidad mucho más, muchísima gente pasa por Nueva York, por eso la continuidad vale oro. Nueva York es una plaza muy interesante porque se está convirtiendo en una gran capital de las artes de América Latinoamérica, cada vez hay más escritores, artistas visuales, cineastas, latinoamericanos viviendo aquí.

-Entonces ¿no habría sido lo mismo iniciar Cinema Tropical en otra ciudad de Estados Unidos?

“Nueva York acapara la atención internacional. Si hubiésemos empezado Cinema Tropical en Los Ángeles, Chicago o Miami no habríamos tenido el efecto que hemos logrado y en ese sentido, Cinema Tropical ha sabido aprovechar lo que ofrece Nueva York para magnificar todo. La ventaja de Nueva York es que aunque sea un proyecto muy pequeño, una función con 50 personas, todo el mundo latino se entera, más ahora con las redes sociales. Entonces la posibilidad de crear campañas benéficas en Nueva York es muy fuerte y Cinema Tropical está basado en eso, en crear lazos con América Latina a través de esta gran ciudad.

-¿Por qué te has quedado 18 años en esta ciudad?

-Yo vine a estudiar originalmente, pero a las pocas semanas dije me quiero quedar. Me mal acostumbré muy rápido a Nueva York. Era otro momento en México, el 96, cuando en México bajó la producción de cine tremendamente. Hablamos de pre Morelia, pre Ambulante, pre Ficco, no había opciones para trabajar en cinematografía y no había ni idea de qué se podía trabajar en otras cosas adicionadas al cine, en programación, crítica, estaba todo en pañales, no creo que habría podido hacer una carrera si me quedaba en México en el 96.

-Mucha gente te considera el más capacitado para poder tener un festival en México, ¿si te ofrecieran un proyecto, regresarías?

-Mi relación con México ha cambiado radicalmente, tengo mucho contacto con México, tengo la mala costumbre de leer cuatro periódicos mexicanos diariamente, incluso estando acá me doy cuenta más de lo que está pasando que la gente que vive allá. Esa relación cambia drásticamente, y también por los medios de comunicación, el trabajo que hacemos tiene cada vez más influencia allá y hay cada vez un diálogo más directo con programadores. En ese me siento muy cercano a México y voy más o menos seguido, lo que sí me gustaría es pasar más tiempo allá, porque siento que ha cambiado radicalmente en estos últimos 18 años, y cada vez que voy al Distrito Federal no me da tiempo de explorar la ciudad, siempre voy por trabajo, familia, amigos, no he ido a la nueva Cineteca, a la galería Jumex, el DF ha pasado por grandes transformaciones que todavía no he explorado”.

-¿Cuál crees que podría ser el papel de las instituciones culturales mexicanas para apoyar un proyecto como Cinema Tropical, de cine en general, no sólo en Nueva York, sino en el mundo?

“Yo creo que el futuro, por lo menos en las artes, y particularmente en el cine, son modelos híbridos que puedan combinar fondos privados, corporativos y públicos para crear plataformas más flexibles. El problema es que hasta hoy en día las estructuras siguen duras, sin flexibilidad para combinar esfuerzos de diferente tipo, y creo que es el futuro cómo conseguir y combinar apoyos, recursos humanos, financieros, técnicos, de diferentes tipos, para apoyar precisamente a los artistas y fomentar público para las películas particularmente. Actualmente todavía sigue muy dividido, y podemos crear modelos más híbridos para promoción, distribución, exhibición”.

-¿Qué actividades y proyectos tiene Cinema Tropical  para cerrar el año y también para 2015?

“Vamos para el quinto año de los premios Cinema Tropical. En diciembre anunciamos los nominados y en enero los ganadores. En películas trabajamos actualmente con Purgatorio, de Rodrigo Reyes, que es mexicano que ha vivido muchos años en California, y va camino a convertirse en uno de los cineastas latinos más importantes de este país. Vamos a sacar Pelo malo, una producción venezolana. Tenemos un ciclo de cine argentino que lo programó Marcelo Pinheiro, muchas de esas películas no se han mostrado en Nueva York y la idea es seguir haciendo un puente ente cineastas recientes y directores de antaño”.

Información: HBL

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