Una voz afable, un ánimo dispuesto a platicar y dejarse preguntar es la atmósfera en que el periodista y escritor, Diego Osorno nos permite entrevistarlo vía telefónica, con motivo de la reciente publicación de su libro Contra Estados Unidos, Crónicas desamparadas. Obra que en estilo de crónica da cuenta de la Caravana por la paz que en 2012 Javier Sicilia y un grupo de víctimas de la guerra contra el narcotráfico, en México, emprendieron para recorrer 11 mil kilómetros del territorio estadounidense, para protestar contra la política antidrogas.

-¿Usted, como escritor y como periodista qué recorrió?, porque esta caminata implica varios sentidos.
 
-Fue un mes, responde, en el que siento que se acumuló mucho de lo vivido en dos niveles personales. Por un lado, acompañar a tantas víctimas del siglo XXI en México. Las pancartas, los testimonios, las voces que como periodista me ha tocado acompañar. Ir entre el dolor y la resistencia. Y en otro nivel, también personal, el hecho de que ocurriera en un paisaje tan nuevo, tan impredecible; en un on the road que abrió facetas para usar la literatura en el periodismo. Porque en este el tema y la información deben ir por delante del juego del lenguaje, en este libro busqué convertirlo en un periodismo literario, pero en el que el tema sigue siendo lo principal.

-No cualquier periodista se acerca a este tema, al contrario, le rehúyen porque el costo personal puede ser muy alto, ¿qué lo llevó a escribir sobre esto?

-Como reportero, fundamentalmente interesado en los conflictos sociales, me importaba investigar la corrupción, las mafias administrativas, pero en México eso lleva al tema del narcotráfico. Un problema social, de educación, político y económico.

-Comencé a investigar las causas de la guerra del narco, el origen de esta política. En mi libro La guerra de los Zetas trato el acontecer trágico en estados como Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, que es muy diferente, ahí no hay novela, no hay periodismo, contrario a lo que ocurre en Ciudad Juárez, donde existe una extensa novelística sobre el tema.

-¿Desde la proximidad y conocimiento sobre el tema,  sigue siendo la pobreza la causa principal del narcotráfico?

-En el libro sobre el cártel de Sinaloa, lo que veo es la pobreza. Los campesinos llevan años cultivando para subsistir, pero no mejoran sus condiciones. El narco no los saca de la pobreza, el detonante es una red política y económica que permite que esto opere de manera parcialmente ilegal. Pero sólo una pequeña élite ha salido de la pobreza.

-Se dice: luchar pacíficamente, ¿no es la expresión en sí misma una contradicción, se puede conseguir un cambio de forma pacífica?

-Tiene que ser así, la otra posibilidad es convertirte en un monstruo. El mismo que se combate. Una paz  con justicia y dignidad. No es posible otra forma.

-¿Qué transformaciones atestiguó durante este recorrido, qué perdura en usted luego de esta caravana?

-La mayoría de las víctimas son personas muy humildes, con pocos estudios y fueron adquiriendo conciencia política, aprendieron del empeño organizativo. Adquirieron una visión jurídica internacional. Y esto lo consiguió gente de la más humilde. Una de las imágenes es la de verlos dormir en el suelo al lado de los retratos de sus desaparecidos.

-¿Cree usted que la legalización es la respuesta?

-Es una de las respuestas; regular formalmente este mercado. Pero hay que saber cómo legalizarla, si en un libre comercio, o semi regulado. Si el Estado se va a encargar de la producción. Se necesita encontrar el modelo más conveniente para evitar o combatir también el problema de la adicción. Es urgente consolidar una policía respetable, que genere confianza, que dejen de existir fuerzas criminales como las que por ejemplo, operan en Iguala.

Por otro lado hay que pensar la relación con Estados Unidos, en su política de injerencia que parte de sus propios intereses de seguridad nacional. Operan clandestinamente en el territorio mexicano, pero únicamente trabajan pensando en el bienestar de su propio país.  Urge controlar el problema de la violencia.

-La guerra contra el narco ha sido un fracaso que interesa que se perpetúe, porque genera un ingreso.

Por último, ¿cómo se conecta todo el contenido de su libro con la situación actual de Ayotzinapa?

-La crisis de los derechos humanos explotó desde Atenco en 2006 y que luego entró en una fase más cruenta con la política de Felipe Calderón. Esta crisis de derechos humanos solamente se alcanza a ver internacionalmente desde el 26 de septiembre, desde el marco de tensiones que viene de 2006 a la fecha.

Diego Osorno, Contra Estados Unidos, Crónicas desamparadas. Ed. Almadía. 2014. Pp.275.

Información: ARR

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