La historia extraviada. Arqueología mexicana en el umbral del siglo XXI da cuenta de hallazgos e historia de Chichén Itzá y otros 13 sitios y zonas arqueológicas como Calakmul, Monte Albán, Teotihuacán, Tajín y Palenque, en reportajes y artículos escritos por la periodista María Elena Matadamas Jiménez a lo largo de 12 años de trabajo como reportera cultural y actualizados para el libro publicado en 2011 dentro de la colección Periodismo Cultural de Conaculta.

El conjunto de zonas y sitios arqueológicos ubicados dentro del territorio nacional es muestra tangible de la riqueza en patrimonio histórico y cultural que hay en nuestro país. Los vestigios de civilizaciones como la olmeca, tolteca, maya, azteca y zapoteca constituyen una ruta privilegiada de investigación para la arqueología mexicana. La importancia de estos asentamientos radica en el testimonio que dejaron sobre el pasado del México precolombino.

Algunos de estos sitios han sido reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, las primeras en recibir tal nombramiento fueron Monte Albán y Teotihuacán (1987), le siguieron Chichén Itzá, Tajín, Uxmal, Paquimé y Calakmul. En el caso de Chichén Itzá este ha sido reconocido también como una de las siete maravillas del mundo moderno.

El jueves 13 de agosto, René Chávez, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer que un equipo de científicos de esta casa de estudios y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), hallaron un cenote debajo de la pirámide de Kukulkán, también conocida como El Castillo. El descubrimiento se dio gracias a tecnología de electrodos colocados en el perímetro de la pirámide para escanear el subsuelo.

Este hallazgo ofrece nuevas rutas de investigación para conocer la ciudad que jugó un papel decisivo, tanto político como ceremonial, en la historia prehispánica.

El equipo de investigadores empezará a trabajar ahora en una segunda fase del proyecto para conocer la estructura interna de la pirámide.

Cabe señalar que estos avances en investigación y hallazgos refuerzan el atractivo turístico y cultural que de por sí ya ofrece Chichén Itzá, considerada como  una de las zonas más visitadas de la Ruta Maya.

Chichén Itzá se localiza en la parte central norte de la península de Yucatán, una zona abundante en cenotes y cuevas, situación de la que deriva su nombre chi-boca, chen-pozo e itzá-nombre del grupo que la ocupó. La versión histórica señala que Chichén fue ocupada del 495 al 692 d.C.

Más de siglo y medio de búsqueda no ha agotado los enigmas de esta ciudad y sus ruinas. Las primeras referencias documentales que se disponen de este sitio son de 1842, cuando fue detallado en mapa y grabados por Jonh L. Stephens y Frederick Catherwood. A partir de 1923 el gobierno mexicano y el Instituto Carnegie de Washington, emprendieron exploraciones en gran escala que se suspendieron durante varias décadas. Hasta 1992 se restablecieron los proyectos de conservación y exploración y se realizaron levantamientos topográfico-arquitectónicos de toda la zona que arrojaron pistas sobre las formas de aprovisionamiento y conservación del agua para consumo y uso agrícola por medio de pozoschultunes (depósitos de agua hechos por los antiguos mayas), cenotes y cuevas.

Sobre la historia, trabajos arqueológicos recientes y proyectos desarrollados en los sitios referidos por María Elena Matadamas, los interesados en tener una aproximación a estos podrán localizar más información en La historia extraviada. Arqueología mexicana en el umbral del siglo XXI, que se encuentra a la venta en la Red Nacional de Librerías Educal y cuenta con información en el portal electrónico http://www.conaculta.gob.mx/periodismo/ .

Información: MAAE

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