Las primeras noticias que se tienen sobre la Hacienda datan de 1614; durante el Virreinato fue un importante centro productor de trigo y cebada. Debido a su posición geográfica entre la ciudad de Puebla y la capital de México, la Hacienda de San Cristóbal Polaxtla estuvo vinculada en numerosos acontecimientos nacionales: la Guerra de Independencia, la intervención francesa y las luchas entre liberales y conservadores.

Al concluir la Revolución la mayoría de las tierras de la Hacienda fueron expropiadas. Se conoce que en 1930 la Hacienda pasó a manos del licenciado Bartolomé Saviñón, quien la vendió el 26 de julio de 1963 a Antonio Haghenbeck y de la Lama; adquiriéndola en un estado avanzado de deterioro, emprendió un proyecto afanoso por consolidar y restaurar el inmueble. Como hizo con sus otras propiedades, incorporó elementos arquitectónicos como columnas, chimeneas, balaustradas, barandales, un solárium, dos terrazas flanqueadas con esculturas de temas mitológicos de hierro fundido y un bello estanque. Sus interiores están decorados con mobiliario al estilo del siglo XIX. Destaca una gran colección de gabinetes del siglo XVIII, sillones fraileros, pintura colonial, tapicería europea y una gran colección de grabados.

El casco está rodeado por un bello jardín y una extensa área verde de 33 hectáreas, en la que destaca un bosque de fresnos, un hermoso jagüey milenario y una zona de tierras de cultivo, así como un granero que en su fachada se encuentran dos relieves monumentales que representan a San Cristóbal (patrono de la Hacienda) y la Virgen de Guadalupe.

La monumental hacienda está catalogada como monumento histórico por el INAH.