Para estas vacaciones de verano, la Dirección General de Publicaciones (DGP) del Conaculta recomienda dos autobiografías de su catálogo reciente, cuyas páginas llenas de anécdotas históricas, memorables, deslumbrantes o aterradoras, permiten al lector acercarse de una manera diferente al mundo y sus transformaciones, durante gran parte de la centuria pasada.

Temas como la guerra civil española y el exilio, o los grandes descubrimientos arqueológicos en México; los círculos intelectuales o la aventura de la caza; la vida familiar y la formación académica; las humanidades o la arquitectura, se pueden encontrar en los libros Una Vida. Infancia y juventud, de Federico Álvarez y Siguiendo mis huellas, de Alejandro Caso, editados en la colección “Memorias Mexicanas”.   

La cacería y la arquitectura fueron dos de las facetas fundamentales en la existencia de Alejandro Caso (1926-2004), que le permitieron conocer ampliamente a México y el mundo; construir memorias entrañables y plasmar momentos asombrosos, para verterlos en Siguiendo mis huellas, donde da cuenta de su vida, a partir de los cinco años y hasta poco antes de morir.

Hijo de la escritora e intelectual María Lombardo Toledano y del destacado arqueólogo Alfonso Caso, Alejandro Caso Lombardo deja ver en estos escritos la huella literaria heredada de su madre, incluido su sentido del humor, con el que convierte anécdotas terribles en episodios divertidos.  

Siguiendo mis huellas, con textos introductorios de Guillermo Arriaga y Hugo Hiriart, cuenta una vida interesante a partir de una selección excepcional de recuerdos llenos de aventuras, acumulados en más de siete décadas de existencia. Memorias deliciosas que Caso creó al compás de sus soliloquios y diálogos, entre la maraña de los viajes, las conversaciones y los destinos que había que apurar en, a veces, desesperadas situaciones como arquitecto, esposo, amigo, cazador; como hombre de suertes y simpatías, de alegrías y sorpresas, de inquietudes y curiosidades.

“Cuando Alejandro Caso era muy niño, se ignoraba de qué estaba hecho el sol. Al tiempo que el arquitecto alcanzó su juventud, no sólo se había establecido la teoría que explicaba la inexhaustible energía del sol, sino que se había usado esa energía para fabricar y detonar una bomba, la atómica. Cuando se acercó a su fin la aventura humana de Caso, el mundo, doblado bajo el peso de las sucesivas hazañas de la ciencia y de la técnica, gemía sobrepoblado y en vías de destrucción ecológica”, escribió Hiriart.

Arriaga recuerda la intensa anécdota con que inicia el libro: al autor, entonces de 5 años, su padre lo hace descender a la mítica Tumba número 7 de Monte Albán. “Alejandro Caso nos expresa su asombro infantil, la admiración que le significó penetrar por un boquete al milenario entierro, su entrada al abrupto territorio de la muerte y, al mismo tiempo su irrupción en las luminosas civilizaciones zapotecas y mixtecas (…) Caso Lombardo narra, no desde una perspectiva fría, sino que, por el contrario, desde el arranque de su libro nos sitúa en lo humano, en lo emocionalmente cercano”.

En su presentación, Arriaga menciona que Caso dedica una parte importante del libro a compartir sus anécdotas como cazador, particularmente en África, y logra transportar a quien las lee a dicho continente, para hacerle sentir la luz, los colores, los olores, “la vida misma expresada a través de la búsqueda de la muerte.

“Narra, por ejemplo, con gran emoción, la cacería de un leopardo que de pronto se convierte en un espectáculo aterrador: el leopardo, justo debajo del árbol donde Alejandro y su guía aguardan, ataca a una manada de babuinos y despedaza a uno mientras ellos miran silenciosos, ya que, estando tan cerca el leopardo, es posible que se lance sobre ellos apenas se muevan. Así, los cazadores miran al otro cazador, al leopardo que recienta a mordiscos los huesos del babuino…

“En este libro Alejandro Caso nos lleva por varios pasajes de su vida. Casi todos están contados con un tremendo sentido del humor y del ritmo. Sin contemplación alguna, incluso para sí mismo, el autor nos lleva a anécdotas que de tan terribles nos dan risa, como cuando el pretendiente de una de sus tías (la cual quedó solterona) es devorado por un tiburón frente a la bella amada y sus hermanas.

“Fue asimismo un arquitecto exitoso. Dedica amplias reflexiones sobre el tema. Y lo hace con lucidez, hondura y humor. En el mejor estilo de un buen escritor”, agrega Arriaga y concluye: “Este libro nos va a permitir asomarnos no sólo a una vida, sino a una época y a un modo de vivir que desaparece con lentitud, si no es que ya lo hizo”.

Alejandro Caso nació y murió en la Ciudad de México y estudió arquitectura en la UNAM. Fue Director del Departamento de Arquitectura y Planeación del Instituto Nacional Indigenista, donde desarrolló métodos de elaboración de materiales de construcción para zonas indígenas. Más tarde diseñó el proyecto arquitectónico de esa institución, al que le siguieron el del Instituto de Biología de la UNAM (hoy Instituto de Ciencias del Mar), el del Observatorio Astronómico de Cananea y el del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en Aguascalientes. Fue académico emérito y vocal vitalicio de la Academia Nacional de Arquitectura.

Una vida. Infancia y juventud, reúne memorias que abarcan desde la España de la guerra civil hasta la actualidad, etapas por las que atravesó Federico Álvarez, intelectual nacido en San Sebastián en 1927, en su exilio entre Cuba y México.

El libro, dividido en dos grandes apartados: “Un niño en la guerra” y “Adolescencia en Cuba y primera juventud”, rescata estas memorias que son, tanto la expresión personal y más íntima del individuo, como un panorama histórico del mundo en que vivió.

Federico Álvarez cuenta su vida, organiza sus recuerdos, reconstruye sus años formativos, la secuencia de sus lecturas y estudios, la naturaleza de sus relaciones y complicidades juveniles. Con ello se asiste a una visión personal de eso que forma ya parte de la historia contemporánea del país: el exilio español en México tras la derrota de la República en España.

Aún tratándose de una escritura tan íntima, lo que sorprende es el estrecho vínculo del mundo personal con el gran mundo de los acontecimientos que dieron forma al siglo XX.

Después de vivir un tiempo en Cuba, en 1947 Federico Álvarez y su familia se trasladaron a México, donde ingresó en la carrera de letras en la UNAM. Prosiguió con su militancia comunista, iniciada desde muy joven, comenzó a impartir clases de literatura española en la misma universidad, y colaboró con varias publicaciones literarias.

Se licenció en Letras en 1965, y regresó a Cuba para impartir clases en la Universidad de La Habana. En 1971 viajó a España, donde lo nombraron director del Fondo de Cultura Económica. En 1982 volvió a México e hizo estudios de posgrado en letras hispanoamericanas y filosofía. Ha sido profesor en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM), impartido cursos de historia de la literatura, teoría literaria y semiótica. En 2003 recibió el Premio Universidad Nacional en el área de Docencia en Humanidades.

El Consejo de Estado de la República de Cuba le impuso la Medalla de la Amistad entre los Pueblos en 2004, y dos años más tarde la Distinción por la Cultura Nacional. Es autor de La respuesta imposible yVaciar una montaña: 134 glosas.

Estos y otros títulos de la colección “Memorias Mexicanas” se encuentran disponibles en la red de librerías Educal de todo el país.

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