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Durango: Dos rutas misionales Guías del Patrimonio Cultural y Turismo
DURANGO:
DOS RUTAS MISIONALES
PATRIMONIO MISIONAL EN EL SUR DE NUEVA VIZCAYA
RUTA DE MISIONES FRANCISCANAS
RUTA DE MISIONES JESUITAS
PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL EN LAS RUTAS DE DURANGO
GASTRONOMÍA
TRADICIONES
LEYENDAS, RECUERDOSY CUENTOS

TRADICIONES

EL CULTO A LOS CRISTOS

Entre las costumbres y tradiciones más arraigadas y significativas que aún persisten en algunos de los antiguos pueblos de misiones ubicados en la ruta de El Camino Real de Tierra Adentro, está el registro de diversas manifestaciones de expresión religiosa que se muestran a través de fiestas patronales, ferias, peregrinaciones, procesiones, romerías y otros actos vinculados a las celebraciones devotas en honor a los santos patronos y a los cristos que los duranguenses realizan, cada año, en diversos pueblos y comunidades.

Ejemplos de estos actos religiosos se representan con el culto a El Divino Pastor, El Cristo del Santo Entierro, El Cristo del Tizonazo o Señor de los Guerreros, El Señor de Mapimí y El Dulce Nombre de Jesús.

A continuación se presenta con mayor detalle la forma de realización del culto a los Cristos, a través de la referencia del Señor de Mapimí.

EL SEÑOR DE MAPIMÍ

La adoración a los Cristos es un culto religioso heredado por los misioneros. Hoy se expresa a través de la religiosidad popular y conforma el acervo de cultura de cada una de estas regiones.
En el municipio de Cuencamé existe una imagen que es objeto de culto y veneración: el Cristo y señor de Mapimí, que se encuentra recargado sobre un retablo barroco de mediados del siglo XVIII, dentro del templo de San Antonio de Padua, patrono del pueblo. En este sitio, cada año se reúnen más de 6 mil peregrinos para festejar y honrar al Cristo.
La devoción a esta imagen se remonta al 6 de agosto de 1715. Se dice que un jueves santo en que los españoles del Real de Mapimí realizaban una procesión cargando la imagen, sufrieron el ataque de los tobosos y coyomes. Una parte del grupo logró escapar hacia la población de Parras, atravesaron la sierra y encontraron un sitio para ocultar
la imagen.
Se dice que a pesar de los intentos de los pobladores por recuperar su imagen no pudieron, pues cada vez
que se pretendía moverla ésta se hacía más pesada, lo que fue interpretado como que el señor de Mapimí no deseaba salir de Cuencamé.
Por ello, del 28 julio al 7 de agosto de cada año se realiza un solemne novenario, lo que constituye una de las tradiciones de religiosidad mestiza más grande y antigua de la región del norte de México.
Durante estos días en Cuencamé es imposible evadirse del ambiente de celebración, ya que el pueblo es una romería. La fe convive con el comercio, la música, las danzas y el color, así como la ilusión de adorar al Cristo.
El 3 de agosto los hermanos de la cofradía bajan al Cristo y lo colocan en posición horizontal sobre una mesa en el centro, donde permanece hasta el 7 de agosto para adorarlo y manifestarle devoción. El 5 de agosto se realiza la magna peregrinación en donde participan todas las comunidades con música y carros alegóricos que reúne a más de 10 mil personas. El 6 de agosto al amanecer se cantan las mañanitas y se ofrecen danzas para el Señor de Mapimí como la de los “Matachines” y la de “La Pluma”, entre otras. El 7 de agosto, después de la misa de 12, termina la fiesta.
Posteriormente hay una procesión para regresar el Cristo a su retablo, mientras los fieles entonan cantos con voces tristes y agudas como despedida.

                                                                 

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