La RUTA DE LOS PRIMEROS MONASTERIOS DEL SIGLO XVI

20 AÑOS COMO PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD




 




En las laderas del volcán Popocatépetl, que comparten los estados de Morelos y Puebla, se levantan 14 Monasterios construidos durante el siglo XVI por las órdenes dominicas, agustinas y franciscanas dedicadas a la evangelización de los pueblos autóctonos. Estos monumentos históricos y artísticos son especiales por sus características arquitectónicas innovado-ras para la época: el uso de espacios abiertos, de grandes atrios que en Europa no existían. Estos espacios se idearon debido a que los frailes observaron que que los pueblos indígenas americanos no tenían la costum-bre de entrar a los templos para rendir tributo a sus dioses, sino que lo hacían al pie de sus enormes templos, al aire libre.

En 1994 la UNESCO reconoció a 14 de ellos como Patrimonio Mundial, ya que a pesar de haber sido construidos hace 500 años se encuentran en un excelente estado de conservación; además, por ser testimonio de un patrón arquitectónico único concebido para la evangelización y por ser espacios en los que se realizó un importante intercambio de influencias entre la cultura europea y la americana

Hoy forman una ruta turística que puede ser recorrida por partes o de forma completa, según el tiempo que el viajero desee invertir en su descubrimiento.

MORELOS:

  1. 1. Cuernavaca
  2. 2. Tepoztlan
  3. 3. Totolapan
  4. 4. Tlayacapan
  5. 5. Atlatlauhcan
  6. 6. Yautepec/Oaxtepec
  7. 7. Yecapixtla
  8. 8. Ocuituco
  9. 9. Tetela del Volcan
  10. 10. Hueyapan
  11. 11. Zacualpan de Amilpas

 

PUEBLA:

  1. 12. Tochimilco
  2. 13. Calpan
  3. 14. Huetotzingo

 


En la Ruta de los conventos del siglo XVI en las laderas del Popocatépetl el viajero vivará una experiencia turística-cultural completa.

La mayoría de los pueblos donde se ubican los monasterios son de origen prehispánico y conservan muchas expresiones de tiempos ancestrales. El conocimiento del entorno ambiental, la medicina tradicional, el ordenamien-to urbano en barrios y rituales con honda raíz, como el del día de muertos, son algunas señas del legado indígena que encontramos en los pueblos de la ruta.


La cerámica, la cestería, el conocimiento de la tierra para la siembra, la milpa y la cocina son expresiones propias de vida cotidiana. Su gastronomía se caracteriza por la utilización de distintos tipos de maíz, chile de árbol, chile verde, chile manzano, nopales, chayotes y jitomates; por la preparación de tlacoyos y sopes,  salsas y moles.

En estos pueblos se ha desarrollado una especial maestría en la elabo-ración y utilización de adobe, el olor a ocote es común, como es común la lengua náhuatl y el paisaje único que crea el volcán Popocatépetl, el cerro del Tepozteco, la selva baja caducifolia.